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Por qué las dietas sólo estropean la vida y si se puede adelgazar sin ellas

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Cómo empezar a cambiar
Hay algunas pautas generales que seguir.

Abandonar las prohibiciones
Esto se aplica tanto al contenido calórico total de la dieta como a los productos individuales. Las prohibiciones crean antojos y colapsos, y la desnutrición pone al cuerpo y a la mente en una búsqueda constante de comida. Por lo tanto, permítete absolutamente todo y libérate de la culpa por ello.

Escucha a tu cuerpo
Tu cuerpo sabe mejor que nadie lo que necesita, pero no siempre le haces caso. Si socializas, ves vídeos o lees mientras comes, es fácil que te pierdas el momento en que ha llegado la saciedad. Al final, acabas metiéndote en la boca cucharada tras cucharada.

A quienes sus padres les obligaron de niños a comerse todo lo que había en el plato, puede resultarles difícil identificar ese momento por sí mismos. Trabaja en ello. Aprende a reconocer cuándo no te apetece comer más y sé lo bastante valiente para tirar lo que quede.

Ser consciente de la comida también te ayudará a darte cuenta de qué alimentos te hacen sentir realmente bien, qué quieres y a qué puedes renunciar fácilmente. Y no te preocupes por dejar sólo dulces o patatas fritas en el menú.

En cuanto te permitas comerlos en alguna cantidad, la fruta prohibida perderá su atractivo y podrás descubrir muchos otros alimentos que, además de placer, te aportarán beneficios para la salud.

Acéptese y quiérase
Las personas que adelgazan suelen pensar que mucho depende de su peso: la delgadez promete felicidad y éxito, y la plenitud conducirá a la soledad y el sufrimiento. En realidad, la apariencia no significa tanto.

La figura no afecta a tu vida personal, no te convierte en un buen amigo, un especialista valioso, una persona interesante. Del mismo modo que el sobrepeso no te impide disfrutar de la vida en todas sus manifestaciones.

Cultiva el amor y la aceptación. Puede que esto no sea fácil, sobre todo si estás acostumbrado a maltratarte a ti mismo. Date permiso para ser lo que quieras ser, deja de culparte y de temer que te juzguen.

Conviértete en tu mejor amigo y en un padre cariñoso que siempre te apoye, te consuele y te diga lo buena persona que eres en realidad. Cualquier cambio positivo empieza por ahí.

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