En la República Checa tuvo lugar la mayor huelga de la historia moderna del país, bautizada como Día de Protestas por un Futuro Mejor incluso antes de empezar. Convocados por los sindicatos, cientos de miles de personas participaron en la huelga (según algunas fuentes, alrededor de un millón, es decir, una cuarta parte de toda la población activa). Sin embargo, una encuesta realizada por la agencia STEM/MARK mostró que dos tercios de los ciudadanos checos (de una población de 10,5 millones) apoyaban la acción de protesta, aunque no participaran en ella.
Josef Strshedula, líder de la Confederación Checo-Morava de Sindicatos, la mayor asociación sindical del país, declaró que «el objetivo de la huelga es hacer reflexionar al Gobierno sobre lo que ocurre en la sociedad». El descontento se debe al paquete de medidas aprobado recientemente por el Parlamento y firmado por el Presidente para mejorar las finanzas del Estado, que entrará en vigor el 1 de enero. Incluye recortes en las subvenciones estatales, anulación de varias exenciones fiscales, aumento del IVA en determinados tipos de bienes y servicios, reforma de las pensiones y otras duras medidas. Los ciudadanos temen que provoque un aumento de la inflación y reduzca su nivel de vida. Los sindicatos se quejan de que el gobierno no quiere discutir con ellos los cambios previstos.
