Miembros de decenas de sindicatos checos que agrupan a trabajadores de la industria, la sanidad, el transporte, la cultura, la educación y los funcionarios participaron en la huelga. Miles de activistas de todo el país acudieron a la concentración en el centro de Praga.
La acción de protesta afecta a los trabajadores de escuelas y guarderías, aproximadamente el 70% del personal de los centros educativos. Los profesores llaman la atención sobre los planes de las autoridades de recortar el presupuesto del Ministerio de Educación, lo que conllevará una reducción del número de horas subvencionadas y cambios en la financiación del personal no docente. Esto último afecta a los estudiantes, que a menudo se convierten en auxiliares docentes. Como parte de la huelga, los estudiantes celebraron su propia acción: marcharon desde el Ayuntamiento de Praga hasta el edificio del Ministerio de Educación para entregar un llamamiento al titular del ministerio, Mikuláš Beck. Algunas universidades también se solidarizaron con ellos interrumpiendo las clases durante una hora.
El Primer Ministro checo, Petr Fiala, calificó de poco realistas las exigencias de los sindicatos de abandonar las medidas de austeridad ya aprobadas. En su opinión, la verdadera razón de las protestas eran las ambiciones políticas de los líderes sindicales.